A lo largo de mi vida nunca me gustaron mis manos. Trataba siempre de meterlas al bolsillo, en las mangas del chaleco, o en la chaqueta, siempre escondidas. Tampoco me gustan mis pies y mucho menos cuando comenzaron los defectos en ellos. En general nuca me gusté, físicamente soy un desastre, nunca m,e quise y nadie me hizo creer lo contrario.
Ojalá no me entierren, ni mucho menos me velen. Para qué, digo, entiendo el rito de despedida, pero el del cementerio no. Para eso guardan mis cenizas y las dejan en la biblioteca o las tiran al mar. Que se yo, sólo sé que eso es mucho mejor.
Sorprendentemente sabes las medidas de la comida del gordo (perro) y el Topy (gato). Siempre me sorprendes Bebé loco- Genial!
Los últimos días me los pasé dibujando, pintando, leyendo, viendo películas y lucha libre, jugando con el gordo. No fuí capaz de pasar tiempo contigo, porque la verdad es que me destrozaban las despedidas. Y como ibas a entender, si eres un niño. Te entiendo porque tampoco me gustaba despedirme de mi papá cuando tenía tu edad.
Me da pena mi Papá. la verdad es que ambos se sacaron la cresta por nosotros, ¿y que consiguieron?. No mucho. En un mundo paralelo me gustaría que el tuviese el final de Alfred en Batman: The Dark Night Rises (y claro, yo tomándome un café, sentado a Anne Hathaway)
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