15 de noviembre de 2010

HABLAR HACIA ATRAS


Un automóvil pasa por la avenida mientras su luz se refleja en el techo de este motel gris. Desde hace algún tiempo me doy cuenta de que necesita una manito de pintura, creo que este silencio es tiempo perdido. Rodrigo hace lagartijas a los pies de la cama, yo envuelta en unas sabanas suaves, jugando con el humo de mi cigarrillo, escucho sus quejidos, su esfuerzo, punto a punto, punto a punto, sudor y mas sudor, me pregunto si ya no suda cuando hacemos el amor, creo que yo no lo hago. Su aroma me encantaba, ahora ni lo noto. Pasa otro automóvil y su luz da en el techo, luego rebota en mi pierna blanca. Rodrigo se levanta y se baña en ese espejo. Recorre cada lugar de su piel con sus ojos, tocando cada curva dura de su físico producto de carbohidratos y gimnasio. Me pide el cigarrillo, se lo alcanzo en silencio, no nos miramos a los ojos. Realmente no tenemos hambre desde hace algún tiempo.  Podíamos salir solos, con amigos y extrañarnos a tal punto de ser molestos con nosotros, el uno al otro y con la gente alrededor. Cuando nos conocimos ya teníamos una cantidad considerable de alcohol en el cuerpo, nos tocamos en ese baile, el intento besarme en la mejilla, yo solo le sonreía mirándolo a los ojos. Un número de teléfono y la pronta respuesta, la hibernación de las primeras citas, el cine que no le gustaba y la nula información importante que retenía. Mi prolijidad por los detalles, la espera junto a un libro distinto al mes, una caminata por el parque tomada de su brazo, un tímido primer beso y el resto se dio solo.
Era un día de lluvia, bajó corriendo de una micro, llegaba tarde y sonreía porque encontró, en su asiento, un paraguas. ‘Quien olvida un paraguas en un día de lluvia?’ me pregunto y solo sonreí con mi impermeable negro. Tomamos un café y conversamos horas. Luego tomados del brazo, bajo su paraguas encontrado, nos detuvimos en ese farol y esa puerta,  nos sonreímos con olor a humedad y entramos al motel gris. Una señora, rancia, nos da la bienvenida y nos ayuda a subir. En cada uno de sus descuidos nos besábamos. Luego al entrar en la pieza nos besamos sin mirar, botamos la ropa una a una, desde un rincón de la pieza a otro, nuestro calor y deseo, no nos permitió ver la decoración existente en esa precaria primera pieza por la que pagamos. Recostados en el sofá, nos escupimos sin vergüenza esa palabra que de verdad sentíamos, ahí desnudos a la luz de las nubes del invierno, hicimos el amor a sabiendas que nos amábamos.
En estas sábanas suaves y blancas nos entregamos, exploramos nuestros cuerpos, nos deseamos y nos entregábamos al placer una y otra vez, como si fuese algo prohibido. Fumando con la cabeza en esta almohada blanca y suave, cada vez nos sentimos el uno del otro, cada vez mas seguros de lo que sentíamos, descubrir los planes a futuro, lo mucho que me asustaba pero lo veía firme, el estaría allí conmigo, tomando mi mano para levantarme, para mirarme y yo mirarlo mientras dormía acurrucado en mi estomago, refugiarnos envueltos en sabanas blancas, su suave pecho era un refugio adictivo, para desear mas y mas el calor de esta relación, encerrados del sol ahora solo recuerdo.
Cierro mis ojos, los aprieto a tal punto de ver trocitos de colores en ese negro intenso, en esa nada tras mis parpados. Lo escucho tararear una canción tonta, de esas que suenan hoy en las radios, me quedo quieta siguiendo mentalmente la letra, los ruidos no se asemejan a nada. Rodrigo, y eso lo se muy bien, esta aburrido, de seguro me mira un par de veces desde la perspectiva del espejo, quiere hacer algo esta aburrido. Se toca suavemente con sus ojos y vuelve a respirar hondo. Extraño los días en que se me acercaba y acariciaba mis piernas o mi espalada, respiraba en mi oído y me quitaba el cigarrillo de mis dedos, yo le hacia cosquillas y nos mirábamos por ratos blancos en este mismo gris motel, la suavidad de las sabanas nos despertaba y sus brazos me necesitaban, o acaso era al revés?. Creo que estar hibernado de esta manera es la prueba de que esto se esta estirando, que ya no somos los mismos, nos cambiamos unos a otros, necesito mucho mas que ser un recipiente, mucho mas que un cuerpo húmedo para desear y hacer el amor. Me levanto decidida y se voltea asustado ‘creí que dormías’ me dice con esa cara de despreocupación, pobre tonto, porque llegue a ti? Porque llegaste a mí? De esta manera cojeando le explico, le recalco y me aseguro de repasarlo lentamente por su cara ‘he decidido no amarte mas’, como si eso se decidiera le digo. Siempre he sido racional lo pensé mucho, mientras me hacia la dormida, ‘he decidido no amarte mas’ y esa cara de pasmado talvez porque no puede hilar mis palabras, ya que Cortázar nunca entro en su interior, ‘he decidido no amarte mas’ y el tan desfigurado me explica lo inexplicable, con rodeos, con su ignorancia, que demuestra nuestra desigualdad frente al mundo, personas con cerebro y alma, sin explicar lo que sigue, el sin darse cuenta, y yo con la razón, ‘he decidido no amarte mas’, es tan fácil de entender. Se tapa la cara, camina lejos de mi me da la espalda y no hago nada por consolarlo. Es su dolor y estoy feliz, soy una espectadora de este show, puede sufrir como cualquier otro. No soy feliz con el, ya no, pero es egoísta, es un tonto egoísta, ‘he decidido no amarte mas’ y me aseguro de que lo entienda. ‘pero Claudia...’ me dice, mientras camino hasta la ducha y no puedo dejar de oír sus sollozos ahogados como un crío. Ya no hay vuelta atrás, mi cuerpo húmedo busca una toalla y la encuentra, decidí no amarlo mas y eso es lo que sucede, no lo amo mas. Me miro en el espejo, limpio el vapor en  el, miro mi cara mis ojos y nada, no lloro, no mas por el. Para cuando salgo del baño solo encuentro una habitación gris de un Motel vacía, mi ropa tirada en el sofá y una nota en la almohada. Sabia escribir? Me pregunto mientras mi ropa lentamente encaja en mi cuerpo, y que mas queda? ‘he decidido no amarte mas’ por ultima vez digo al cerrar la puerta mirando esa nota sobre la almohada blanca.

No hay comentarios: