21 de septiembre de 2012
EL CIELO PUEDE ESPERAR
El problema es ése. No voy a ningún lado, sólo adelante, sin un rumbo fijo, claro que iba directo al metro. Pero el problema era ése malestar, esa sensación de saber que no tienes apuro salvo la oscura y fría habitación, un par de empanadas y un té a la once. Sólo caminaba, si? y llegando a las escaleras me percaté del enorme bolso y la bebé. Saqué mi audífono de mi oreja y le hablé. Bueno, sólo intenté porque no me escuchó. Al bajar las escaleras tras ellas, me apresuré en ofrecer mi ayuda. Se negó como de costumbre, alegando que sólo iba al metro, le dije que también (pero no le comenté de mi problema), accedió a guiarme. Pagamos el boleto y me da las gracias, la miro levantando una de mis cejas y le digo que la acompañaré, pero sólo quería hacerlo hasta que subiera a su andén. Le pregunto a dónde se dirige, me dice a casa de su madre, porque todos los años viaja a esa casa, me comenta que se amaneció con dolor, colon termina por responder una de mis preguntas, que no quiero formular aquí. Desde ahí me preocupo por ella, le digo que las mujeres son re-valientes y re-atrevidas. Me dice que su marido (no sé si tenía marido) le dijo que no viajara y ella viajó igual, de visita a casa de su madre, como de costumbre (ya a estas alturas tradición). Llega su metro y nuevamente me da las gracias, le respondo que no la dejaré ir con la niña por un par de estaciones, subiendo escaleras y cosas por el estilo. Al subir le miro el trasero... no es cierto, sólo miré su cintura y me gustó. miro a su hija, ella me mira y se esconde... sin reacción, le comento que está seria, me dice que es una beba seria, me encanta cómo arregla las pelusas de su gorrito de lana rosado. Al llegar a la estación suena su teléfono, contesta y se alegra. Me están esperando dice, genial digo como si fuese una de mis frases, tomo su gran bolso y lo subo por las escaleras, ella sale y se lo entrego, me da las gracias, 'amable' dice que soy, me doy media vuelta y camino directo escaleras abajo, en el momento en que me giré ella miraba sonriendo mi espalda, creo que no sabría como agradecerme, pero ese no terminó siendo el problema, porque por más que quieran que sea un puto santo no lo soy, sólo la ayudé, ni me gané el cielo ni nada, acaso se acordarán de mi? no lo creo. Le pondrán mi nombre a alguna calle o estación de metro? No creo. Los ángeles creo que tienen otro trabajo y lo que hice fue porque no tenía nada que hacer, salvo llevar su bolso al fin de la estación.
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